Según la Business Families Foundation (BFF), una empresa familiar es un tipo de negocio que es propiedad de un conjunto de personas emparentadas por lazos de sangre o afinidad, en cuya gestión intervienen una o varias de estas personas y que tienen la intención de transferir la empresa a las siguientes generaciones, es decir que desean que la empresa perdure en el tiempo.
Sin embargo, para que lo anterior suceda, y realmente la empresa familiar subsista a través del tiempo, debe analizar la compleja estructura que sostiene a este tipo de empresas, entre ellas, las relaciones entre los diversos miembros de la familia (lo cual incluye sus lazos afectivos, sus niveles de comunicación, su capacidad para resolver conflictos, su manejo de las emociones, etc.), su capacidad para alinear sus expectativas personales de la empresa y de definir los mecanismos de participación en la misma, y en particular su capacidad de visualizar y separar los ámbitos de interacción en los que se ven involucrados los integrantes de la familia (familia, empresa y propiedad; partiendo del modelo de Tagiuri y Davis, 1982).
Toda familia empresaria afronta situaciones problemáticas, incluso aun más que los emprendedores con empresas tradicionales (no familiares), ya que aquí intervienen las relaciones de familia (emociones), y todo lo que esto conlleva, y por tanto es el punto de partida que la familia debe aceptar e interiorizar; la familia en la empresa no deja de ser familia, sin embargo debe diferenciar su forma de interacción y definir los límites y estructuras que les permitan no mezclar ambas cosas, con el objetivo de que ni la empresa, ni el patrimonio de la familia, ni por supuesto los lazos familiares, se vean afectados.
Y es importante aceptar lo anterior, en realidad TODA familia empresaria pasa por problemas similares, no están solas, no están marcadas por un destino fatal en el que los problemas solo se les presentan a ellos, por el contrario, es una realidad a la que toda familia se encuentra sujeta al participar y/o ser parte de la empresa familiar, por lo que es importante que comience a reconocer los mecanismos y herramientas que le permitirán prevenir y afrontar exitosamente dicha problemática.

Pero… por donde comenzar, ¿qué puede hacer la familia para comenzar a trabajar sobre estos aspectos de una manera ordenada y bien estructurada?, bueno, aquí hay varias opciones que se pueden tomar, desde contratar a un consultor especializado, tomar cursos que les ayuden a emprender el camino y organizarse, el apoyarse en literatura que hable del tema y que les permita ir “empapándose” de los elementos básicos de la empresa familiar, entre otros, sin embargo, cada uno de ellos tiene costos (implícitos y explícitos; implícitos, en términos de disposición para asignarle el tiempo y esfuerzo necesarios, y explícitos en relación a la inversión económica que debe realizar), por eso es importante analizar bien y tomar la decisión una vez que se conoce al menos la ruta a recorrer en su camino para planear adecuadamente su consolidación y desarrollo.
En este sentido la recomendación a toda familia emprendedora, es que se acerquen a los organismos que puedan brindar el apoyo necesario para reconocer las opciones de desarrollo con las que cuentan. No obstante, el primer paso lo debe dar la familia, no puede esperar a que los problemas la ahoguen y la empresa, o peor aún, la familia estén en una situación crítica o fracasen. La familia tiene la responsabilidad no solo la necesidad de prevenir antes que remediar, comenzando por reconocer que es importante dedicarle tiempo a los problemas de la empresa, pero que finalmente esos son los más sencillos de resolver, los de familia no son tan simples y si pueden tener un impacto muy fuerte sobre el futuro de la empresa y por supuesto de la familia.
Recuerde, la responsabilidad de lo que suceda en la familia (no solo en la empresa), es suya, nadie va a trabajar esto por usted, de usted depende que la empresa familia… y la familia… perduren.